CRÓNICA FUTURA: SOBRAN HUMANOS. Cuento corto ciencia ficción. Disparador, conflicto Israel-Irán.
Año 2031. O eso dicen los relojes.
Ya nadie sabe con certeza en qué día vive. El tiempo se ha fragmentado, igual que los mapas, los gobiernos y las certezas. Lo que un día fue Medio Oriente hoy es una herida abierta con bordes en llamas. Gaza, Irán, Siria, Líbano, Israel, Yemen… nombres que ya no remiten a naciones, sino a escombros. Un nuevo mapa se dibuja con sangre, religión, datos y fuego.
Las guerras ya no se declaran. Se ejecutan.
Un dron, un algoritmo, una justificación de tres líneas en una cumbre económica. Todo bajo control. Todo legal. Todo «por la seguridad común».
Pero detrás de los comunicados y los misiles inteligentes, la verdad es una sola: sobran humanos.
SOBRABAN HUMANOS
El planeta no se rompe por falta de recursos, sino por exceso de ambición. Y el sistema —ese dios invisible que gobierna sin rostro— ya no puede sostenernos a todos. Las pandemias no bastaron. Los colapsos financieros tampoco. Así que volvimos a lo de siempre: la guerra.
Religiosa, étnica, climática, económica, tecnológica. Llámala como quieras. Todas son la misma.
Algunas son reales. Otras, cuidadosamente creadas. Una explosión en un lugar de culto. Un atentado con bandera falsa. Una hambruna provocada por el corte de suministros. Un éxodo que justifica una nueva frontera. Una IA que “detecta amenazas” en poblaciones enteras.
Y mientras todo eso ocurre, tú —sí, tú— probablemente estás leyendo esto desde la comodidad de una red social. Tal vez indignado. Tal vez ya ni eso. Tal vez desplazando el dedo hacia arriba buscando otra distracción. Un gato que baila. Una receta en 30 segundos. Un gurú que te promete éxito con tres pasos y un mantra.
Dormimos.
La humanidad duerme.
Mientras millones son desplazados como piezas defectuosas. Mientras el clima se rebela. Mientras, las IA ya no piden permiso para decidir. Mientras la recesión nos empuja al trueque digital. Mientras el odio se vuelve moneda. Mientras el futuro se escribe con fuego y silencio.
Nos están borrando. Pero no de golpe. Nos están optimizando.
Y quizás lo más aterrador no sea la guerra, ni el hambre, ni la tecnología. Lo más aterrador es que nos acostumbramos. Que el horror se volvió fondo de pantalla. Que un misil en vivo ya no genera reacciones. Que ver morir a otros se volvió parte del algoritmo.
La historia no la escriben los vencedores, sino los que se resisten a vivir dormidos, los que piensan incluso cuando todo empuja a no hacerlo, los que no se dejan envenenar por el odio ni paralizar por la indiferencia
Y si estás leyendo esto y aún te duele algo —rabia, impotencia, miedo, esperanza—, entonces tal vez, solo tal vez, aún no te han apagado.
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En el año 2050, la humanidad cree haberlo visto todo… hasta que surge una raza desconocida que trastoca el equilibrio del poder en el planeta. Una nueva forma de dominación, un sistema de esclavitud inesperado, y seres que redefinen lo que significa la “especie dominante”.
📖 Sumérgete en este relato de ciencia‑ficción lleno de tensión, reflexiones sobre nuestra propia condición y la incómoda pregunta: ¿qué harás cuando ya no seas el centro del universo?
Este cuento de ciencia ficción lo he escrito en el año 2007.
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