Vivimos inmersas en la “cultura del envase”, donde se prioriza la imagen sobre el contenido. Eduardo Galeano lo resumía así: “el cuerpo perfecto con mente, alma y corazón que no valen nada”. Yo no me subo a ese carro: prefiero las arrugas sinceras a las máscaras superficiales.

“El contrato importa más que el amor, la ropa más que el cuerpo… vivimos esclavizadas a la imagen y renunciamos al tiempo de cultivar nuestro interior.”

Cada día me inspira más ver mujeres que se atreven a mostrarse tal cual son, con curvas, arrugas… con defectos. Frente a la anti‑naturalidad uniforme —mismos labios, mismos peinados, mismos senos, la perfección simétrica de Hollywood—, ellas reivindican la autenticidad.

Liga Británica Anti‑Cirugía Cosmética

Un grupo de actrices británicas —Kate Winslet, Rachel Weisz y Emma Thompson— lideran un movimiento informal en contra de la cirugía estética. Promueven la belleza natural y creen que los retoques como el bótox restan expresividad al rostro.

Emma Thompson, a los 60 años, critica el “periodo horrendo de juventud eterna” en Hollywood.

Kate Winslet comparte que la cirugía va en contra de sus principios y de su forma de ver la belleza.  No buscan eliminar arrugas, sino conservar la autenticidad.

¿Por qué importa este movimiento?

• Recupera la expresividad del rostro sin artificios.
• Cuestiona los mandatos impuestos por la industria de la imagen.
• Visibiliza una diversidad de edades, formas y bellezas reales.

En tiempos donde la presión por parecer jóvenes es extrema —botox, dietas, micropigmentaciones, gimnasio intensivo— este movimiento nos recuerda que el tiempo no es una enfermedad y envejecer no es perder, sino transformar.

Para reflexionar

Antes de invertir energía y dinero en moldearnos para encajar, preguntémonos: ¿quién gana con ese molde? ¿Y si volvemos a lo natural, a la belleza que nos libera en vez de encajonar?