Exactamente en estos momentos, tres años atrás, un día martes 13, me comunica por teléfono mi vecino que mi madre yacía muerta. Con 8 ml de morfina y bajo la mirada sorprendida de los médicos que la atendían, no esperaba la muerte en la cama y la sorprendió sin padecer y habiendo sacado provecho a su último día de vida.
Lo que el cáncer se llevó
Siempre estaré enormemente agradecida de la familia Paton, mis vecinos, por haber asistido a mi padre, en un momento tan traumático y haberme ahorrado a mí la imagen Dantesca, que lleva mi papá impresa en su retina.
Son tantas las emociones intensas acumuladas, de muchos años padeciendo el cáncer que aniquiló a mi madre, que me encuentro en blanco para poder expresarme. Solo me queda el recuerdo de una mujer que con un estadio 5 de enfermedad, vivió 6 años con dignidad y autonomía. Padeció las torturas mas crueles y cuando se recuperaba preparaba un viaje a Portugal, Túnez, Argentina. Con un cuerpo repleto de cicatrices y una calva que escondía tras un pañuelo o una peluca, salía pintándose en el rostro una gran sonrisa.
Solo postearé un cuento escrito hace años atrás «Ni en su peor pesadilla», y le pediré a quienes me lean, que no juzguen y por el contrario, comprendan a los familiares de enfermos de cáncer. Son los que conviven de por vida con un recuerdo cruel de lucha sin tregua y final trágico, cuyo resultado es la incomprensión y la ausencia.
Florencia Moragas
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