El caballero de la armadura oxidada. Este cuento lo he leído hace mucho tiempo y lo utilizo con frecuencia para trabajar con mis alumnos y alumnas en las formaciones. Por eso lo tengo siempre cerca y quise compartirlo. ¡Espero les guste!

El caballero de la armadura oxidada

Resumen de la historia

Cuenta la historia, que hace mucho tiempo existió un caballero bueno y generoso; luchaba en batallas, mataba dragones y rescataba damiselas.

Él era famoso por su armadura, la cual tenía un brillo resplandeciente. Pero a pesar de ello, la armadura no le permitía darse cuenta realmente de las cosas que sucedían a su alrededor. Tenía una mujer llamada Julieta, a la cual, a pesar de sus muestras de cariño, no hacía ningún caso; también tenía un hijo, Cristóbal, aunque el niño ni siquiera sabía como era su padre en realidad.

Un día, al volver a casa, Julieta le dijo que si no era capaz de quitarse la armadura y parar de ir a todas las batallas, en lugar de hacer caso a su familia, se marcharía de su lado para siempre. Otras veces se hacía el dormido, pero esta vez se lo tomo en serio, y cuando intentó desprenderse de su armadura no pudo. Al comprobar esto, fue rápidamente al herrero, y a pesar de los esfuerzos de este, le fue imposible desprenderse de ella. Durante tanto tiempo la había llevado sin dar importancia a nada más que ya formaba parte de él. Por ello decidió irse en busca de alguien que pudiera ayudarle a desprenderse de su pesada armadura. Triste abandonó su hogar y fue a despedirse del rey, al llegar a palacio solo encontró a un bufón que le informó que el rey se había marchado a una cruzada y le aconsejó que la única persona que podía ayudarle era el mago Merlín.

Dudoso se encaminó con su caballo hacia el bosque, donde anduvo sin encontrar al mago durante mucho tiempo. Finalmente cuando se encontraba exhausto apareció frente a él rodeado de animalillos. Merlín y sus amigos se encargaron de alimentar al caballero para que recuperase sus fuerzas.

Pasaron unos días, y conoció a una simpática ardilla que le impresionó con sus sabios consejos, y también a una astuta paloma, la cual aconsejada por Merlín y autorizada por el caballero, hizo llegar una nota a manos de Cristóbal para comprobar si este conocía realmente a su padre. Después de unos días la paloma regresó con la nota, impaciente la cogió y cuando la vio se quedó sin palabras y comenzó a llorar desesperado. La carta estaba en blanco, su propio hijo no había podido dar una repuesta, ya que no le conocía lo suficiente. Al despertar Merlín le dijo que se tenía que ir, naturalmente no podía volver a casa puesto que Julieta y Cristóbal no le querían con la armadura puesta. Se dio cuenta en ese mismo instante de que ya no recordaba las sensaciones del exterior porque se había acostumbrado a llevar constantemente la armadura. Entendió que debía desprenderse de ella por sí mismo.

Merlín le explico que podía seguir dos caminos, uno como el que había seguido hasta ahora, u otro más complicado con el cual conseguiría desprenderse de la armadura. Este camino era el sendero de la verdad. Debía ir sin su espada y sin su caballo, únicamente con la compañía de la ardilla y la paloma; le explicó que en su camino hacia el final de la empinada cima de la montaña encontraría tres castillos: El de la soledad, el del conocimiento y el de la osadía.

Se puso en marcha y a la mañana siguiente comprobó que se le había caído una parte de la visera, la ardilla le explicó que las lágrimas que derramo por su hijo habían oxidado la armadura; el dolor que sintió fue tan profundo que la armadura no pudo protegerle. Esto le dio fuerzas y continuó su camino.

Después de caminar un tiempo se encontró con el primer castillo, allí impresionado vio al rey y este le explicó que la única salida debía sacarla de su interior. El rey se marchó y el caballero estando allí en una soledad tan profunda, se dio cuenta de la soledad que había sentido su mujer durante tanto tiempo, comenzó a llorar y a preguntarse una y otra vez porque cada vez eran más pequeñas las habitaciones, una voz respondió a su pregunta y se identificó como su “yo verdadero”. Para no hacerse líos quedaron en que a partir de entonces le llamaría “Sam”. Poco a poco se le fueron cerrando los ojos y cuando despertó se encontró fuera, al otro lado del castillo. Entusiasmado vio que le faltaba el yelmo debido a que volvió a llorar dentro del castillo; la armadura se oxidó, ya que el tiempo pasaba muy deprisa, aunque él apenas se daba cuenta. Después se dirigió al segundo castillo, en este si podía entrar con sus compañeras de viaje. El castillo estaba a oscuras y a medida que iba descifrando las inscripciones había más claridad, poco a poco el caballero se daba cuenta de todo el tiempo que había perdido encerrado en esa armadura y que había necesitado más a las personas de lo que las había amado. Allí vio su verdadera imagen en un espejo, comprendió que él era bueno, generoso y que no tenía que demostrárselo a nadie. Sam le ayudo a comprender que la ambición es positiva si es pura de corazón, cuando con ella no se tiene que probar nada ni superar a nadie, sino cuando se puede ayudar a los demás. Y sus lágrimas de nuevo consiguieron oxidar la parte de la armadura que cubría sus brazos y sus piernas.

Ya por fin llegaron al último castillo. Al intentar atravesar el puente se toparon con un gran dragón que desprendía grandes llamaradas. El caballero no sabía que hacer sin su espada, intento llamar una y otra vez a Merlín, pero este no acudió a su llamada.

El dragón se definió como el”dragón del miedo y de la duda”. La ardilla explicó al caballero que la única forma de vencer al dragón era con el conocimiento y que si de verdad pensaba que el dragón no era real conseguiría destruirle. Después de un momento de reflexión, el caballero se armó de valor y consiguió hacer frente al dragón, el cual se fue haciendo cada vez más y más pequeño hasta que desapareció; y con él también desapareció el castillo.

Finalmente, el caballero llegó poco a poco a la cima de la montaña, pero se encontró con una inscripción que bloqueaba el camino. Aunque estaba exhausto, intentó descifrarla y llegó a la conclusión de que lo que debía hacer era soltarse y dejarse llevar por lo desconocido, como no estaba muy convencido, Sam le dio las palabras de apoyo necesarias para arriesgarse y haciendo caso a su propio “yo” se tiró al vacío, pero en lugar de caer hacia abajo iba ¡hacia arriba!. De repente, cayó sobre la cima de la montaña y comprendió la inscripción; en la caída había soltado todo aquello que había tenido y pensado y no le hacía feliz.

Sus lágrimas de alegría terminaron de oxidar la parte de la armadura que le quedaba. Se dio cuenta que una nueva luz había en su interior y afloraba hacia el exterior, una luz mucho más brillante que la que daba su pesada armadura, por ello el caballero comprendió ese universo desconocido, y consiguió, al fin, formar parte de él.

Robert Fisher

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