Estructuras vs relaciones simbioticas

Cuando hablo de estructuras, no me refiero a las de hormigón, aunque pesan de la misma manera, hablo de estructuras emocionales o emocionales-sociales.

El peso de las estructuras.

Siempre fui rebelde, esa rebeldía me movió de lugares, situaciones y circunstancias. Me ha llevado a emigrar, a conocer mi ciudad adoptiva, mi pujante barrio, mis buenos amigos y a mi adorado hijo (fruto de esta tierra fértil).

He aprendido que en nuestra mochila imaginaria, hay que hacer lugar para nuevas vivencias y experiencias. Para nuevas personas que enriquecen nuestra humilde existencia.

Un buen amigo me habló de la anarquía relacional, él mismo ha escrito su definición como wikipedista. La palabra anarquía me resulta caótica, prefiero hablar de simbiosis relacional,  o tal vez se necesita llegar a la anarquía relacional,  para llegar al equilibrio relacional. Siempre desde la premisa de las emociones.

El porque de mis estructuras: Después de mucho luchar con mi ex marido, de lograr cosas materiales, muchas más de las que nos habíamos propuesto. De emigrar sin necesidades aparentes, solo en búsqueda de mejores oportunidades.  Después de alcanzar la maternidad-paternidad, que había sido un muy duro proceso de duelo, aceptación y demostración de valía. De poder ostentar trabajos dentro de nuestra profesión. En resumen felicidad dentro de la institución o contexto familiar-social. Las estructuras empezaron a pesarme.

Era madre y tenía miedo, era hija y mi madre se me moría de cáncer, uno de mis mayores pilares se desmoronaba. Era esposa como si fuera un mueble más de la casa, con ataques de pánico incluidos. La estructura me pesaba, era parte de la estructura. La sostenía con mi vida y lógicamente me diagnosticaron depresión.

 

De golpe se viene el golpe, el caos y quedo sola con mi hijo, desolada. Solo podía ver escombros de lo que había sido, de lo que había soñado ser. Sentí que lo había perdido todo, que no era nada, que no tenía nada que aportar a mi porpia existencia. Mucha de la gente que me rodeaba solo emitía juicios, críticas o aportes que no aportaban más que confusión.

Me quedaban dos caminos, ser una mártir o reconstruirme de esos escombros, aun me quedaba  mis ideales, mi ideología. Tal vez lo más importante a la hora de reconstruirme. La base. El cimiento.

La vida me tentó muchas veces a escoger el camino más fácil, pero me resistí a pesar de las críticas. Era mi oportunidad de construir mi verdadera identidad, sin moldes, sin planos, sin patrones.

Relaciones simbióticas

Tal vez tuve suerte, o tal vez busqué mi suerte y dentro de ese caos emocional,  supe elegir con quien relacionarme, relaciones simbióticas que me ayudaron a reencontrarme con mi propia esencia.

Hoy puedo asegurar que soy feliz, me he reinventado a mi misma. Me rodeo de personas que me ayudan en la contrucción de mi ser, de mi identidad única,  sin estructuras que encasillan o encierran mi  felicidad. En esta relaciones simbioticas encontre el amor, contruyendo un nuevo concepto de relación,  y crio a mi hijo sano emocionalmente sin libros de pedagogía.

Estas relaciones simbioticas me ayudaron a despertar a una nueva realidad,  una realidad que nunca imaginé que existiese: La mía!

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