El día que dejamos de leer: escribir para quien aún lo hace: titulares y polarización 

Tengo este blog hace muchos años. Tantos, que vi pasar modas, algoritmos, redes, formatos. Vi cómo la gente comentaba largos párrafos, cómo leían hasta el punto final, cómo debatían con respeto y argumentos. Hoy, algo cambió.

No es que nadie lea. Pero cada vez leo menos a los que leen.
Lo veo en los comentarios. Lo siento en los mensajes. Lo intuyo en los análisis apresurados. Muchos se quedan en el título —o a veces, ni eso— y desde allí opinan, se indignan, comparten o critican. A veces incluso agradecen… sin haber leído.

Entiendo que vivimos apurados. Que todo compite por nuestra atención. Que hay scroll infinito, reels, titulares que gritan. Pero yo escribo para ser leída, no para ser scrolleada.
Y si bien las visitas suben —benditos sean los algoritmos—, ¿quién se queda realmente?

Este no es un reproche. Es un llamado.
Porque leer no es solo consumir palabras: es detenerse, es dejar que algo nos atraviese, es dedicarle tiempo y mente a otro ser humano. Y eso, en tiempos de inmediatez, es casi un acto revolucionario.

Del titular al juicio: el caso de las olas

Hace poco, en simultáneo, los titulares nos traían dos noticias opuestas según el hemisferio:


👉 «Ola polar azota a Latinoamérica»
👉 «Europa bajo ola de calor extremo»

Algunos eran puro clickbait, otros traían estudios climatológicos serios. Explicaban corrientes atmosféricas, inversión térmica, patrones del Niño y del Atlántico Norte. Pero la mayoría de los comentarios eran siempre los mismos:

  • El Team «El cambio climático es mentira», que ante la ola polar grita: “¿Y el calentamiento global dónde está, eh?”
  • Y el Team «Ciencia o barbarie», que responde con soberbia, sin pedagogía ni escucha.

Ambos opinan desde el título. Desde el sesgo. Desde el bando.
Y pocas veces desde la lectura atenta del contenido.

Y así muere la razón y nacen las doctrinas.

Porque ya no importa qué se dice, sino quién lo dice y a qué «equipo» pertenece.
Leer, en cambio, exige algo más difícil: pensar por cuenta propia. Incluso tener la madurez suficiente para aceptar lo que está sucediendo.

Llamémoslo geoingeniería o cambio climático.
El nombre importa menos que la realidad que enfrentamos.
Pero en absolutamente todo nos polarizamos, no hacemos nada… y perdemos todos.

Me niego rotundamente a escribir para los algoritmos.
No estoy acá para robarte un clic con un titular vacío ni para colarme en tu feed con frases diseñadas para encender polémicas.

Escribo para quien todavía lee.
Para quien se queda.
Para quien no se conforma con opinar desde la superficie.

Porque si dejamos de leer, dejamos de pensar.
Y si dejamos de pensar… ya no hay conversación posible, solo ecos.
Y yo no quiero hablarle a un eco.

Si llegaste hasta acá, gracias.
Eres de los que todavía eligen detenerse, pensar y leer.

💫 Seguimos la conversación en Vaquera del Espacio, donde las palabras no compiten con algoritmos, sino que buscan resonar con quien se anima a ir más allá del titular.

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