Hoy en Vaquera del espacio categoría cuestión de actitud– crecimiento personal, un post corto, pero intenso….con una pregunta al final para reflexionar sobre el valor de las cosas: qué llevar en una maleta al emigrar
¿Qué te cabe en una maleta?
El valor de las cosas es relativo. Lo entiendes de verdad cuando emigras varias veces. Aprendes a vivir con menos, a priorizar, a dejar atrás. A que todo —o casi todo— quepa en una maleta.
Tenía 7 años cuando regresamos de Australia a Argentina. Recuerdo con nitidez esa bolsa de arpillera hecha a mano por una amiga de mi madre. Tenía una foca y la palabra “chiches”. Juguetes, en argentino. Mis rizos dorados asomaban mientras decidía qué llevar y qué regalar. Aquello no era solo un juego: era mi primera despedida. Una elección silenciosa entre lo que se queda y lo que sigue conmigo.
A los 29, me tocó hacerlo de nuevo. Esta vez de Argentina a España. Una nueva etapa, una nueva maleta. Y otra vez la misma pregunta: ¿qué tiene el valor suficiente como para cruzar un océano contigo?
Lo que eliges, casi siempre, no es lo más caro ni lo más útil. Es lo que tiene historia. Un regalo de infancia, una foto arrugada, un objeto heredado. Cosas que no se compran, que no se reemplazan. Custodios silenciosos de tu identidad, de tu memoria afectiva.
Podría decir que perdí mucho con cada mudanza. Y sería cierto. Pero también podría afirmar que gané claridad: lo importante no pesa, pero sí importa. Porque lo que decides llevar contigo no solo llena la maleta, llena tu historia. Viaja contigo como una antorcha encendida, iluminando el camino hacia lo nuevo sin olvidar lo que fuiste.
No se trata de cuánto puedes cargar, sino de qué no puedes dejar.
¿Y tú? Si tuvieras que hacer la maleta hoy, ¿qué te llevarías?
Eso que no ocupa espacio, pero lo significa todo. Cuéntamelo en los comentarios.
💼✨ #TuMemoriaEnUnaMaleta
Bonus extra fábula con moraleja
La maleta y el baúl
Un día, una maleta ligera y moderna se encontró con un viejo baúl de madera en el desván de una casa.
—Yo viajo por el mundo, soy útil, ágil y funcional —se jactaba la maleta.
El baúl, cubierto de polvo, sonrió con calma:
—Puede ser. Pero yo guardo las cosas que nadie pudo dejar atrás.
Y mientras la maleta seguía rodando sin mirar atrás, el baúl permaneció firme, lleno de cartas, fotos y recuerdos que ningún destino podía reemplazar.
Moraleja: No siempre lo más práctico es lo más valioso. A veces, lo esencial pesa, pero permanece. Viajar ligero es un arte; saber qué llevar es sabiduría.