Trabajadoras invisibles desde antes de la pandemia:  mujeres de la limpieza. Desde la otra pandemia,  la de la crisis humana,  este colectivo viendo sufriendo de forma invisible. Una pandemia de desigualdad  que no tiene otra vacuna que la conciencia social, una vacuna que no llega a todas las personas.

Mucha gente que me conoce de otros tiempos se  sorprende al leerme, porque lo reconozco, soy una pijita hija única que proviene  de esa clase media aburguesada,  que  intenta mantenerse con uñas y garras en Latinoamérica. Una pseudo aristocracia heredada de la inmigración europea, que incluso en Europa está en completa decadencia.  A veces me recuerdo y me avergüenzo de mi misma, de como pensaba, de como actuaba, de como vivía….totalmente ajena a la realidad del otro.

Introducción: las invisibles

Por temas laborales me toca tomar medio de transporte público,  el lugar donde desempeño mis funciones queda en una zona en las afueras de Valencia, una zona de residenciales de lujo, campos de golf…. Los medios de transporte público no son necesarios, por lo tanto la frecuencia de los mismos es de derecho al pataleo, pero como solo lo utilizan las invisibles y no se quejan…. nada cambia.

En el autobús solo viajan mujeres  de la limpieza, la gran mayoría extranjeras….. Escucho sus historias que me resultan de tiempos de esclavitud en pleno siglo XXI. Pero también observo como se ayudan entre ellas y te das cuenta de que la gente más humilde y sufrida es la más solidaria.

Cuentan que en esas mansiones separadas por vallas, la mujer de limpieza de la otra casa se pasa horas en verano sin tomar agua,  y en invierno sin algo caliente para calentar el cuerpo, pero del otro lado siempre hay otra mujer que le silba y le pasa un vaso fresco o una taza caliente. Cuentan historias cruentas con total normalidad….

Trabajadoras invisibles desde antes de la pandemia

En la otra pandemia,  la de la crisis humana, ellas vienen padeciendo  sin quejarse, invisibles para la sociedad. Ellas han sido las que durante el confinamiento han quedado literalmente en la calle, porque cuidaban a algún abuelo a cambio de  casa, comida y unos euros que envían a sus familias. Ellas han sido juzgadas porque siendo positivas de COVID se han callado y han ido a trabajar,  porque el hambre hace dolor el cuerpo y si no trabajan, no comen.

Estas mujeres invisibles conviven con los opulentos, con esos que cuando se les dice que paguen más impuestos para achicar la brecha social, te contestan que gracias a ellos hay riqueza  porque generan empleo. Empleo de mierda para mantener su puta avaricia de poder y sumisión.

Me recuerda a mi familia paterna, mi abuelo era industrial, mi abuela una analfabeta que no sabía leer ni escribir, que no dio un palo al agua en su vida…. su máxima preocupación era estar guapa e imponer con su impecable presencia. Cuyo  «altruismo» consistía en arrojar unas monedas a un pobre al salir de la misa de la Catedral.

Recuerdo como pensaba, como culpabilizaba al pobre por serlo, como prefería soltar una limosna para sentirse poderosa antes que empoderar al otro, ni siquiera era capaz de ejercer respeto hacia el prójimo. Porque el respeto, el éxito lo medía por la cuenta bancaria y no por valores humanos. En la pandemia de la crisis humana,  se respeta a un empresario como si fuera un señor, cuando una empresa la puede montar cualquier tarado que no ha dado chapa en su vida. Admiro mucho más a la clase trabajadora, a los humildes cuyos escalones van de tres en tres y sobreviven a las injusticias. Soy una convencida que la humanidad pierde mucho talento y riqueza por la falta de igualdad de oportunidades,  por apostar por dividir a la población con muros que  restan.

La otra pandemia, la crisis humana

Porque no quiero enfermarme de esta pandemia, cojo medio de transporte público y viajo con personas de a pie que cuentan historias de lucha y supervivencia. Vivo en un barrio obrero de la ciudad y no lo cambio por nada, no me gustan los guetos de las urbanizaciones. Mando a mi hijo a escuela pública,  porque quiero que sea un niño con mentalidad abierta educado en la diversidad cultural. No me importa lo que la gente piense de mí por la imagen que proyecto, me importa quien soy por como vivo y pienso. Quien es humilde de corazón, sabrá quien soy sin necesidad de demostrar nada. Para mí el lujo pasa por poder vivir la vida a mi manera.

Les dejo artículo de interés

Junto al personal sanitario, las mujeres que se encargan de estos trabajos, altamente feminizados y precarizados, son las que más se han infectado desde el inicio de la pandemia, según la última oleada del estudio de seroprevalencia

https://www.eldiario.es/sociedad/trabajadoras-empleos-cuidados-exponen-mayor-riesgo-contagio-coronavirus