Hacia tiempo que no posteaba un cuento cruento de Dino Lanti.

Cenicienta Kilos y medio

Cenicienta estaba gorda
y lo pasaba fatal
pues siempre se le rompían
los zapatos de cristal.

Iba cada noche al baile
y en un rincón se sentaba,
pero siempre daban las doce
y el príncipe no llegaba.

Porque aunque ella fuese por dentro
más hermosa que una flor,
es un cuento eso que cuentan
de la belleza interior.

Que cuando te has de poner
las braguitas con tenazas
ni el hada madrina puede
conjurar las calabazas.

Si quieren contarte un cuento,
tú mejor hazte la sorda,
pues nunca el príncipe azul
sacó a bailar a una gorda.

Aunque ella estaba en forma
(forma de telecabina)
empezó a tomar su leche
poniéndole sacarina.

Incluso el hada madrina
intentó quitarle el pan
haciendo de su varita
una barrita de all-bran.

Pero la varita mágica
Cenicienta la fue a usar
para hurgarse en la garganta y
empezar a vomitar.

A los veinte la ingresaron
por debajo de los treinta,
se le había ido el color,
tenía la piel cenicienta.

Si quieren contarte un cuento
es mejor que no lo creas,
que nunca el príncipe azul
quiso bailar con las feas.

Como los días pasaban
sin ver a un príncipe guapo,
Cenicienta aceptó un día
salir a cenar con un sapo.

A sus amigas les cuenta
que no es tanto lo que pierde
cambiando a un príncipe azul
por un lindo sapo verde.

MORALEJA

Mira, mira, niña tonta,
mira que yo no te miento:
por cada príncipe azul
hay sapos verdes sin cuento.

DINO LANTI, Cuentos cruentos

Imagen portada: Vogue España