De una frase de nuestro San Facebook de cada día, «no colecciones cosas sino momentos» y tras una ardua reflexión (modo irónico, frase hurtada con amor de nuestro querido profesor Juan Carlos). He descubierto que soy una coleccionista de momentos.
Qué se espera de una mujer de 42 años?. No lo sé, ni me importa!. Básicamente porque cuando intenté ser quien se esperara que fuese, me he boicoteado a mí misma. Paradójicamente, ese ha sido el momento en el que rompí mis cadenas.
Muchas veces me armé y desarmé a mi misma, como un puzzle con cada vez más piezas. Y siempre que perdí alguna pieza en la dificultad, la encontré con manos amigas. Recuerdo cada momento de mi vida, acompañada de seres de luz entrañables.
Para muchas personas los momentos de placer son improductivos, tiempo muerto. Es el mayor error en el que ha sucumbido la sociedad. Se puede ser altamente productivo a través de la felicidad.
Día tras días nos enfrentamos a problemas cotidianos, sumado a decepciones de «amigos» o familiares, grandes traiciones difíciles de digerir. Vivimos inmersos en un sistema que nos trata como si fuésemos desechables y nos dicen como debemos superar ese vacío existencial, (a través de consumir mierda), y no hablo del consumo de cosas, sino de la incorporación de hábitos y pensamientos que nos conducen a vivir de forma enlatada.
Cada día estoy más convencida que no colecciono momentos: Atesoro momentos. Porque son mi leimotive.