Carta de una ciudadana de España al Príncipe Felipe

Buenos días su Majestad:
Mi nombre  es Florencia Moragas, no lucho como los héroes actuales ocultando mi rostro tras máscaras como la Vendetta, lucho a cara descubierta.
Le hablaré de tú a tú. Le hablaré a  Felipe.

Disculpe que no utilice el protocolo para dirigirme a Usted, solo aboco al respeto, el mismo que tengo hacia cualquier ciudadano sin distinción de raza, credo,  nacionalidad o título nobiliario..
Estimado Principe Felipe. La abolición  del caduco Establishment: La Monarquía. Es una necesidad imperante.Institución muy cara de mantener en tiempos de crisis y completamente prescindible.

Creo oportuno, que los ciudadanos comencemos a pedirles que se  retiren pacíficamente, que abandonen  los honores que se les ha concedido a  la realeza. Iñaki y la infanta ya se encargaron de hacer lo más importante, teñir a la corona de corrupción. El respeto que se le tenía al Rey Juan Carlos, por su accionar a favor de la democracia, ya no lo redime. El telón cayó y con él la verdad.

Los ciudadanos del País al que usted representa como futuro rey, estamos sufriendo recortes que nos llevan a retroceder en derechos fundamentales
Nos han dejado sin empleos, pero a diferencia de usted Majestad, aprendimos a sobrevivir. Nos han recortado en educación,  podemos ser autodidactas. Pero es imperdonable lo que están haciendo con nuestros enfermos.
Majestad, usted no tiene ni idea lo que es tener un familiar con cáncer, enfermedades degenerativas, terminales o un discapacitado en la familia. Recortar en sanidad es eliminar al menos apto, como en el medioevo.

Porqué no le escribo a los políticos o a nuestro Presidente que nos gobierna?. Por una razón de peso. No nos escuchan, no nos representan. Pero Usted su Majestad, aún tiene el poder que le otorga una democracia como la nuestra, donde usted en breve se convertirá en jefe de estado . Aún está a tiempo de utilizar el poder que se le ha conferido y ganarse el respeto que han perdido los Borbones a base de mucho esfuerzo.

A quien me lea, mi propuesta es pacífica, simplemente es un llamamiento a la movilización. A la concentración a favor de la educación, el trabajo, la salud, la vivienda. A nuestro derechos fundamentales!. Muchos de ellos obtenidos a través del derramamiento de sangre.
No llamo a la desobediencia, simplemente a reunirnos pacíficamente y sin descanso frente a su palacio. Que se sienta asediado como los ciudadanos nos sentimos frente a un desahucio.

Estimado Felipe, si usted no es capaz de actuar a favor nuestro, creo fundamental nuestro derecho a abolir su función como futuro jefe de estado. Usted no sirve, ni su familia y para los ciudadanos será un enorme beneficio destinar los fondos de la Monarquía a la sanidad publica,  a favor de nuestros enfermos.
Majestad, usted es joven y tiene muchos contactos. Ha recibido una educación de privilegio. No le faltará empleo para mantener a sus  hijos. Demuestre tener decencia y hombría, nosotros como ciudadanos actuaremos con la humanidad que usted no tiene hacia nosotros y podremos pactar algún tipo de privilegio para usted y su familia, contemplando la dificultad que con lleva la de re insertarse a la sociedad activa a la cual nunca ha pertenecido.

Le saluda atentamente. Una ciudadana de a pié.

P.D: Majestad, solo me queda aclararle que no tengo nada en contra de usted a modo personal, ni siquiera contra la figura de la Monarquía. Simplemente defiendo el futuro de mi hijo y como el de muchos niños en este País, se está volviendo negro. Escuche a su pueblo estimado Monarca, evitemos otra revolución. Éstas llegan, cuando el pueblo siente que ya no tiene más nada que perder.

Referencia histórica. Wikipedia

La monarquía constitucional francesa constituye la primera etapa de la Revolución francesa. Se situó entre la monarquía absoluta del rey Luis XVI y la Primera República, y duró del 4 de septiembre de 1791 hasta el 21 de septiembre de 1792.
El 3 de septiembre de 1791, al jurar la Constitución, Luis XVI hace pasar a Francia de monarquía absolutista a monarquía constitucional.
Como símbolos nacionales se escogió la escarapela tricolor y la bandera tricolor (la actual se originaría más tarde, al invertir los colores). Estos símbolos se originaron por la unión de los colores de la bandera de París (azul y rojo) y el de la monarquía (blanco).
La monarquía constitucional terminó el 21 de septiembre de 1792 cuando la Asamblea legislativa proclamó la abolición de la monarquía, dando paso a la Primera República francesa.

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Lectura recomendada:
¿Cuán democrática puede ser una monarquía?. Blog  Piedras de papel

Hace tan sólo un siglo el dominio de las monarquías se extendía por la práctica totalidad del territorio europeo. De los 25 Estados independientes que componían el continente, sólo Francia y San Marino contaban con jefes de Estado escogidos por el parlamento. Desde entonces, al mismo tiempo que el número de países se prácticamente doblaba, la proporción de Estados monárquicos decrecía de forma considerable. Actualmente, sólo el 21% de los países europeos cuentan aún con un Rey como jefe de Estado.
Este ocaso de las monarquías en Europa en apenas un siglo queda bien reflejado en el  gráfico 1 en el que se muestra la evolución de las formas de gobierno en Europa. En una primera etapa, los monarcas cedieron terreno a favor de jefes de Estado escogidos por el Parlamento y no directamente por los ciudadanos. No es hasta fechas más recientes que la figura de Presidentes directamente electos se ha popularizado en Europa, convirtiéndose en actualmente en la forma de gobierno más extendida en nuestro continente.
Inicialmente, en las monarquías absolutas europeas, el Rey ejercía una doble función: la de jefe del Gobierno y la de jefe de Estado. La idea de que ambas funciones debían concentrarse en una misma figura era entonces la visión imperante. Así lo creyeron entonces también los padres fundadores de los Estados Unidos. Éstos diseñaron su nueva República sustituyendo la figura monárquica por la de un Presidente directamente electo por los ciudadanos. Al igual que los monarcas europeos, el Presidente americano fue diseñado para acumular también esa doble función de dirección del gobierno y de representación del Estado.
Sin embargo, la evolución en Europa acabó siguiendo un sendero distinto al de Estados Unidos. En nuestro continente, los monarcas fueron cediendo sus poderes ejecutivos a favor del Primer Ministro y su Gabinete hasta que, en la actualidad, las monarquías europeas (a excepción del Vaticano) ya apenas mantienen en sus manos otras funciones que no sean simbólicas y de representación del Estado. Esta evolución de las monarquías europeas es la responsable de la extensión de los sistemas parlamentarios con un ejecutivo dual (o con dos figuras): con un Jefe de Estado (con funciones ceremoniales) y un Jefe de Gobierno (con poderes ejecutivos).
Sin embargo, aún desposeído de sus funciones ejecutivas, la monarquía sigue siendo para muchos una rémora anti-democrática del pasado. Al fin y al cabo, que el más alto representante de un Estado democrático sea un cargo hereditario no deja de ser, cuanto menos, irónico. Pero, ¿hasta qué punto es incompatible la monarquía con la calidad democrática de un país y de su sociedad? ¿Hasta qué punto la existencia de la figura del monarca es un síntoma de una peor calidad del régimen democrático?