Introducción:
A veces escucho a la gente decir, «te pasan los años y no has cambiado nada».Muchas personas lo toman como un halago, un mensaje positivo, como si quedar estático o ausente del paso del tiempo, fuera una gracia divina.
Por el contrario la palabra maduro,  puede resultar hasta peyorativo.

Madurar, trascender al yo de la juventud

Madurar, trascender al yo y superar el síndrome de Peter Pan.
Porqué nos cuesta tanto asumir que el paso de los años te cambian?
No poder asumir que nos hacemos viejos y que cada una de esas características que perdemos de la juventud, son reemplazadas por otras. Más calvo, más gordo, con más arrugas, con canas. Señales inequívocas de que hemos vivido. También más seguro de ti mismo, con más experiencia, con menos temores. Las vivencias te cambian, las decepciones, las ausencias, las decisiones tomadas, los renunciamientos.
Lo mejor que le puede pasar a una persona es cambiar, dejando su esencia humana intacta, modificando su accionar. Haciendo que cada huella, que cada pisada te lleven para adelante y no para atrás.
Yo recuerdo mi cuerpo, mi olor, mi pelo, mi culo de cuando tenía 20 o 30 años, también recuerdo mi confusión, las malas decisiones tomadas producto de la juventud y la falta de experiencia, que te hacen radical, rebelde. Ahora me veo con kilos que no deseo, con un pelo que no me gusta y me resisto a combatir el paso de los años. Ácido hialuronico, tetas de silicona, dietas para devolverte un físico que ya no te pertenece, cremas, cirugías estéticas, colágeno y la lista sigue.
No hay cosa más triste que ver a una persona luchar en contra de su propia naturaleza, de aferrarse a la juventud con su físico o su mente. Escoger parejas jóvenes para sentirse joven, no asumir responsabilidades, resistirse al mágico cambio, que te da como gracia el paso de los años.
Yo a mis 42, casi 43 años, me veo guapa. Me siento guapa. Estoy conforme de quien soy. Tal vez porque valoro todo lo que he pasado para ser quien soy, (y justamente no soy quien quería ser), porque hasta eso me enseño la vida, que los fracasos también forman parte de crecer. Hay personas que no cambian, es verdad, que siguen siendo personas jóvenes, atrapadas en cuerpos viejos. Que siguen aspirando a los mismos sueños, que siguen bajo el yugo narcisista de la juventud, donde la vida pasa por su propio ombligo, incapaces de amar, de comprometerse, de trascender a si mismos, de cambiar.
Crecer duele, físicamente es un hecho y emocionalmente una realidad tangente: El amor y el desamor, las traiciones, los duelos, las perdidas, los obstáculos en el camino y los medios para sortearlos. Pero las ganancias son innumerables, ver crecer a tus hijos, sobrinos, nietos.
Apreciar y disfrutar de la juventud de la nueva generación, guiarlas con el ejemplo de alguien real, convertirte por solo haber vivido,  en un modelo para los más jóvenes. Trasciendes a tu ego!.
Las personas cambiamos con los años, se llama madurar.

La sociedad está madurando y trascendiendo al síndrome de Peter Pan?.

Los medios de comunicación, la industria de la moda, nos imponen un modelo de éxito a seguir, nos dicen que la felicidad va de la mano de la talla que uses, el coche que conduzcas, la pareja que muestres, la profesión que ostentes y los objetos que acumules a lo largo de tu vida. Cuantos más años, deberás acumular más éxitos, pero no más arrugas.
Poco a poco este modelo va cambiando y cada día son más las personas que valoran lo auténtico, por encima de los modelos sociales impuestos. Que valoran hechos por encima de discursos. Que valoran la genuidad por encima de la imagen y la apariencia.  Que valoran la madurez y sus señales inequívocas del paso del tiempo, sus cicatrices por encima de un vientre plano. Hasta las y los famosos, presumen de arrugas y del paso del tiempo.
Envejecer es obligatorio, madurar es opcional
Yo reconozco haberme convertido en una amante de la madurez. Y tú?.