La no relación como relación en si misma.

Cuando me divorcié no había cumplido los 40 años.

Me casé con mucho menos de 30 años. Para ser exacta , 26 años.

Me casé convencida de los votos y más aún de la importancia de vivir en pareja.

Tal vez, proveniente de una familia estructurada, era la única manera de entender la vida adulta: Profesión y familia eran los ejes de mi existencia.

Cuando te encuentras, joven aún y divorciada. Lo primero que buscas, (sin razonamiento alguno), es emparejarte.

Volver a encontrar la felicidad donde la habías dejado incompleta. Volver a colocar los ladrillos en el mismo sitio, pero con diferentes personajes.

la no relacion

 

Surgen las comparaciones, surgen las no relaciones, surgen expectativas que nunca se van a cumplir.

Básicamente porque ya no eres la misma persona.

Los ladrillos te pesan y cansada de cargar con ellos, los dejas a un lado.

Dedicas tu tan preciado tiempo, en construir. En auto construirte

Y comienzas a sentirte ligera, a caminar con menos esfuerzo, a andar de la manera más parecida a volar.

Te pueden intentar derribar, pero cuando caminas como en las nubes, no escuchas blasfemias que te anclen nuevamente al suelo.

Simplemente sigues tu camino, recogiendo lo que te gusta y dejando lo que te pesa.

Caminando,  un poco cansada de tanto viaje. Te encuentras con alguien y esa otra persona interioriza el mismo concepto.

Empiezas a construir un modo de relación diferente, en mi caso en particular, (siempre escribo en primera persona),  he construido una casa diferente. Desde una no relación, como relación en sí misma. Una relación que conserva las personas y su individualidad como premisa. Que no busca ocupar lugares «vacíos», que no cambie nada de la esencia del mundo interior del otro, pero sí le aporta.

A mis más de 40 años, construyo una no relación, porque no renuncio a  mi más preciada relación conmigo misma.

 

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