Argentina 2008.


En estos momentos me encuentro escribiendo en el hotel en Rosario-Argentina. La sangre me fluye al sentir el sonido de los tambores de una manifestación que no deja de pasar por la puerta. Mientras escribo me tiemblan las manos. Mezcla de emoción y también de recuerdos de viejas épocas de militante.
¡Así está el País!… Nada cambia, empeora y se empobrece. Se acentúan las diferencias, se marca con fuerza la riqueza y la pobreza y se distingue como nunca quienes son trabajadores y los que hacen el dinero por izquierda.
Los precios desorbitantes y los salarios precarios como siempre. La inflación hace que los alimentos suban y el desabastecimiento de carne y lácteos es el acontecimiento del momento por el paro del sector agrario.
El paisaje es muy triste y la gente ciega – anestesiada como siempre, repite un discurso memorístico sobre un bienestar inexistente.
Todo me recuerda a «luna de Avellaneda», una película Argentina con Ricardo Darín de protagonista.

Cuando te subes a un taxi y aunque no hables, recibes gratis un curso sobre economía. Nadie puede dejar de hablar de política, del gobierno y cada cual sostiene una postura y expone su fundamento.

Argentina nos recibió con piquetes en la autopista. Con mi madre negociamos con los piqueteros para que nos dejaran pasar, por suerte han sido razonables y comprendieron lo que le hemos expuesto. La gente del campo (responsable en esta ocasión de los piquetes), reclama las retenciones que el gobierno le aplica de un casi 50% además de los impuestos. El motor del País paga la usura como en la época del Sr Feudal para que la Sra Presidenta lo reparta en planes sociales.

El fin de este viaje ha sido planeado en menos de 24 horas para que mi madre (por desgracia muy enferma), visitara a su familia y recuperara fuerzas. Hemos cubierto las expectativas, porque Argentina sigue siendo un País con gente entrañable y nos han recibido con los brazos abiertos y no tengo palabras de agradecimiento. Pero la injusticia sigue siendo el cáncer de esta sociedad y convierte la visita en una tortura manifiesta.

Para mis padres (que hacía 6 años que no regresaban al País), esta viaje ha sido un bálsamo reivindicativo porque les reafirmó su decisión de vivir en España. La añoranza no es un remedio sino una enfermedad a evitar para una sana existencia.

Las fotos que colgaré al regreso documentan todos estas vivencias.

Próximamente en este blog Argentina 2008.
Espero irme antes de la revuelta social que se huele en el ambiente cada vez más denso.
Flor